Sobre el Taller Literario "Punto Seguido"

Este Taller Literario es coordinado por la escritora Leticia Marconi y tiene lugar en Punta Alta, Prov. de Buenos Aires, Argentina.

martes, 8 de junio de 2021

¿Qué historia habita en tus manos?


Mis manos, por Silvia

Las miro y me descubro
recordándote.
Tengo tus manos,
de un blanco lechoso y dedos delgados.
Tal como las tuyas
comenzaron a mostrar el paso del tiempo.
Pequeñas manchitas color oscuro
descubren la herencia familiar.
Son manos amorosas,
manos dedicadas, laboriosas.
Capaces de enseñar,
de crear con muy poco
y de amar.
Ellas te cuidaron y sostuvieron
en el ocaso de tu vida.
Y aunque no llegaron a despedirse
guardan el calor de tu esencia.
Hace un tiempo que sienten tu ausencia.
Hace un tiempo que te extrañan, papá. 


Mis manos, por Analía

Fuertes, compactas y medianas. Así son mis manos. Cuando las esquivan, acarician menos. Incondicionales, pacientes y dispuestas a esperar. Son inquietas y creativas. Juegan con hilos y disfrutan con libros y papeles cerca. Ante el dolor y la incomodidad se contraen. Se humedecen por la impaciencia y el miedo. Con las injusticias se cierran y, a veces, tiemblan. Mis manos sienten, contienen expresan y calman. Cuando aman se entregan y unidas cerca del pecho, agradecen. 


Las manos cuentan su historia, por Adela

Nos descuida. Ahora sale poco y extrañamos ese olor a crema de limón. Estamos ásperas. Cuando teje los hilitos nos lastiman.
Nos sentimos feas, viejas. Ya no nos adorna como lo hacía antes. Nos ponía un anillo en cada dedo y se pintaba las uñas de unos colores bellísimos.
¡Hum! ¡Parece que nos escucharon! Sí, así… ¡suavecito! Nos acaricia, nos masajea.
A veces, hay que protestar para que a uno le lleven el apunte. 


Qué útiles mis manos, por Susana

¡Hola! Miranos, acá estamos: tus manos. Somos muy inquietas y nos movemos en ademanes al compás de tus palabras.
¡Cuántas cosas hicimos juntas! Acariciamos, secamos lágrimas, bañamos a tus hijos y luego a tus nietos. Curamos raspones, vendamos heridas. Cambiamos pañales, preparamos biberones; desayunos, meriendas, infinitas cantidades de comidas. Encendimos velas en las tortas de cumpleaños.
Fuimos expertas costureras de ropa de bebé y luego guardapolvos, vestidos, pantalones. Y ni hablar de tantos sueños tejidos en forma de pañoletas, saquitos, camperas.
También rodeamos en abrazos para consolar penas.
Enseñamos a escribir a nuestros alumnos, y escribimos en nuestros ratos de ocio.
Antes éramos coquetas, con uñas pintadas de rojo, y anillos y pulseras. Hoy ya no lucimos así. El paso del tiempo dejó sus huellas. No hay crema que disimule este deterioro. A veces veo que mirás preocupada mis arrugas, las venas que sobresalen. Pero bueno, estamos contentas, con la felicidad de una ardua labor cumplida. 


Manos manicuradas, por Alcira Elena

Las manos suaves y armoniosas de aquel señor que conocí hace tanto tiempo parecían lo que solemos llamar “de pianista”; sin embargo, era un oficinista jerárquico. Le daba mucha importancia a sus cutículas cuidadas, uñas manicuradas, esmaltadas y recortadas con el largo justo.
Lucía un coqueto anillo que le agregaba elegancia y distinción. “Manos de manicura” le decíamos, con la irreverencia propia de nuestros jóvenes años. 


Mis manos, por Alicia G.

Mis manos trabajan sin parar. A veces, entre harinas y condimentos, amasan, hornean y fríen delicias para saborear y compartir.
En otras oportunidades, crochet, punto jersey y variadas lanas o hilos se entrelazan para diseñar un abrigo o una manta.
También escriben, pintan, y algunas veces (aunque ahora no tanto), interpretan al piano melodías que traen remembranzas y alegrías de otros tiempos.
Cuando se ponen mimosas, se deslizan suavemente y acarician demostrando su ternura. 


Ellas, por Fabiana

Mi historia habla a través de las manos.
¡Tanto para agradecerles!
¡Ellas han hecho tanto por mí!
Hoy son las que, con su artrosis y el dolor, me recuerdan que ya pasamos el medio siglo de vida.
Hago el esfuerzo por mantenerlas jóvenes, pero no es suficiente: ¡no hay maquillaje que tape la tristeza del payaso! 


¿Qué historia cuentan mis manos?, por Alicia M.

Otra vez se me quebró una uña. Siempre me gustaron las uñas largas, estuviera o no de moda. El único problema es que, con los quehaceres domésticos suelen astillarse y se enganchan en la ropa y terminan quebrándose. Así que, al final, las tengo que cortar y ¡a tener paciencia hasta que vuelvan a crecer!


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, nos gustaría que nos dejasen su opinión. Así seguimos aprendiendo y compartiendo con ustedes. Gracias.