Sobre el Taller Literario "Punto Seguido"

Este Taller Literario es coordinado por la escritora Leticia Marconi y tiene lugar en Punta Alta, Prov. de Buenos Aires, Argentina.

lunes, 18 de febrero de 2019

Reportajes imaginarios.



A Remedios de Escalada, por Susana.

Ya saqué mi pasaje en el transporte que me introducirá en el túnel del tiempo. En lugar de destino le indico al conductor el año al que quiero arribar: 1820.
Subo y en un suspiro se detiene el vehículo señalando que ya llegué. Así de rápido. Me bajo y un paisaje me envuelve en un mundo desconocido que me deja sin aliento.
Buenos Aires, calles de piedra y casas bajas. Unos gritos me sorprenden, son vendedores ambulantes, vestidos como en los dibujitos que yo veía en las revistas de mi infancia: “Mundo infantil” y “Billiken”.
Tengo que entrevistar a Remedios de Escalada. Anticipadamente le envié una carta solicitando autorización para hacerle un reportaje. Mucho me costó hacerle entender esto del viaje al pasado y que vengo del 2018.
Ya sé  que  nació en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1797; o sea, un día como hoy pero hace doscientos veintiún años. Es su cumpleaños.
Caminando, llego a la gran casona de la esquina de las calles que hoy son San Martín y Cangallo.
Una manito de bronce cuelga de la puerta, golpeo con ella y sale a atenderme una mulata, me anuncio y le digo que mi propósito es entrevistar a la señora Remedios. Solícita me hace esperar. Enseguida vuelve y me hace pasar.
Veo un lujoso salón con ventanas acortinadas con terciopelo bordó. En una esquina, un piano de cola para las tertulias. En el centro hay una gran mesa de roble rodeada de sólidas sillas tapizadas al tono de las cortinas.
Sentada en un sillón se encuentra Remedios. Semblante pálido; sus ojos negros, saltones y  opacados denotan malestar físico y cansancio. Sus rulos espesos y oscuros caen en cascadas hacia sus hombros.
Una niña de aproximadamente cuatro años corretea a su alrededor, es Merceditas.
Comienzo la entrevista ya autorizada:

SUSANA: ¿Cómo conoció al General San Martín?
REMEDIOS: En una de las veladas ofrecida por mis padres fueron invitados oficiales, entre los cuales uno llamó poderosamente mi atención. Alto, de contextura grande, cabello negro ensortijado y unos ojos de mirada penetrante que se clavaron en mí. Mi corazón palpitó desde el momento que lo vi.
R: Podríamos decir que fue un flechazo, un amor a primera vista.
­­S: Sí, fue fascinante. A pesar de ello las malas lenguas dicen que fue un arreglo entre José buscando ascenso social en la aristocracia porteña y mi padre atraído por la promisoria carrera de mi esposo.
S: Me sorprende que se haya casado a los catorce años, tan jovencita... y más aún con un hombre veinte años mayor que usted.
R: Usted no lo puede entender porque, como me dijo, viene de otra época, del futuro, pero en este momento de la historia es habitual que así suceda.
S: Me imagino la emoción que tendría.
R: Sí, la boda se celebró en la Catedral el 19 de noviembre de 1812 y concurrió lo más representativo de la sociedad.
S: …estaría emocionada y feliz.
R: Sí, pero ese estado fue pasajero. Mi esposo tuvo que partir junto al recién formado Ejército de Granaderos a caballo, y yo tuve que quedarme en la casona de mis padres.
S: ¿Cuánto tiempo estuvieron separados?
R: Dos años, hasta que fue designado gobernador de Cuyo. Su misión era organizar las tropas para la liberación de Chile y Perú.
S: ¿Cuál fue su actividad entonces?
R: Fueron muchas: con la entrega de nuestras joyas aportamos a los gastos del equipamiento. También confeccionamos junto a las damas mendocinas la bandera que cruzaría Los Andes.
S: Me imagino el orgullo que la embargaría.
R: Sí, claro, pero fue muy azaroso, sobre todo por mi embarazo de Merceditas.
S: ¿Cuánto tiempo transcurrió en Cuyo?
R: Desgraciadamente, hace tres años tuve que regresar a la casa de mis padres con mi bebita. Tengo mucha tos y algo de fiebre. Es mejor estar cerca de los médicos  que me controlan. Estamos planeando ir a una quinta en las afueras de la ciudad para que el aire campestre y la vegetación me ayuden con mi problema bronquial. Lamento no haber podido acompañar a mi esposo al Perú...
S: Como le expliqué antes de este reportaje, yo vengo del futuro y he leído algo que, sin intención de ofender, quisiera preguntarle… Se ha rumoreado y ha sido escrito en un libro, por una descendiente suya después de muchísimas generaciones,  un secreto de familia que fue pasando de voz en voz. Hablan de un romance que mantuvo extramatrimonialmente con Monteagudo.
R: Mire, sólo lo revelaré porque sé que esto trascenderá dos siglos. Dada la soledad a la que fui sometida por las campañas he tenido pretendientes, pero sólo uno hizo vibrar mi corazón. Sí, está en lo cierto. No quisiera que la historia me juzgue.

Miré mi reloj y le dije que la entrevista había llegado a su fin. Agradecí su fina atención y delicadeza. Le di un beso en la mano y me despedí.
Caminé unos cien metros y esperé hasta que pasó mi transporte intertiempo a buscarme.
Ya estoy en casa, esperando con ansiedad poder contar esta experiencia a mis compañeras del taller literario.  


A Jane Austen, por Fabiana.

Octubre, hora de la siesta, en el incómodo asiento de un tren releo por décima vez Orgullo Y Prejuicio. Me detengo en la frase que el señor Bennet le dice a su señora: “Es una verdad universalmente conocida que un hombre soltero poseedor de una gran fortuna necesita una esposa”. La leo, la releo, la pienso y el sueño me atrapa antes de que llegue a una conclusión.
A mi imaginación ingresa Jane Austen a defender al señor Bennet de mi postura feminista, propia del siglo XXI. La miro y le pregunto:
—¿Y si fuese al revés? ¿si la dueña de la gran fortuna fuera una mujer? ¿Necesitaría un marido?
Jane se ríe y niega con su cabeza, mientras responde:
—Hace 200 años era casi imposible pensar en una mujer soltera y adinerada. Éramos muy pocas las que trabajábamos. Aunque, de existir sola se las arreglaría muy bien, como me las arregle yo, ¡y sin dinero!
—¿Cuál de tus libros te gusta más?
—¡EMMA! ¡Sin dudas! Ella no tiene los problemas de las demás jóvenes para encontrar pareja, y en su tiempo, ¡una buena pareja era la mejor fortuna!
—¿Los vaivenes económicos de tu familia, fueron un impedimento para tu felicidad?
—En principio parecería que sí, incluso yo lo creía, pero cuando fui sacada de los buenos colegios, la vida hizo que tenga que adquirir mi propia educación por otros medios, lo que me fortaleció la autonomía y la personalidad. Hoy me doy cuenta que es una de las mejores cosas que me pasó. De la misma manera que pienso que si me hubiese casado, no podría haber desarrollado mi pasión por la escritura.
—¿Alguna vez te enamoraste?
—Sí, pero sólo a través de mis personajes. 
El andar del tren iba deteniendo su marcha, lo que hizo que mi conciencia retornara. Me bajé pensando que Jane estaría esperándome sentada en el andén, para contarme otros secretos.