Sobre el Taller Literario "Punto Seguido"

Este Taller Literario es coordinado por la escritora Leticia Marconi y tiene lugar en Punta Alta, Prov. de Buenos Aires, Argentina.

sábado, 26 de octubre de 2019

Dos historias, una imagen

PUEBLITO COSTERO 
(cuadro de la artista plástica Analena Bovina)



1- Juana Belmonte (Liliana)

¡Vamos, Juana! ¡Levántate! La mañana está hermosa. Ya hace una semana que estamos en este nuevo pueblo y tú no te despegas de la cama ni sales del carromato. El campamento bulle de alegría y movimiento, cada uno en sus quehaceres.
¡Vamos, Juana! Que ya pasaron más de doce meses que murió nuestra querida madre. Termina tu duelo. Sácate esos trapos negros y ponte tus polleras superpuestas de colores, tu mantón de flores y collares con medallas que tintinean al caminar. ¡Peina tu hermoso cabello renegrido antes de que el tiempo lo empiece a platear! Yo te acompañaré, como siempre, mientras recorremos y conocemos las calles de este nuevo lugar, que tan bonito es con sus casitas acogedoras e infinidad de embarcaciones en el puerto. La gente es amable. Al principio nos miraron con un poco de desconfianza, como nos pasa a todos los gitanos, pero pronto nos sabremos hacer querer. ¿Quién no ama nuestra música? ¿Quién no se estremece con los violines zíngaros o el zapateo del flamenco?
¡Vamos, Juana! Tú eres experta en dar buenos augurios, lo que nos ha traído no poca ganancia en todos estos años. Tienes un talento especial, aun siendo ciega, de percibir la personalidad de los clientes al rozar o palpar sus manos, y, al conversar, ellos te descubren sus corazones. ¡Vamos! Que las hermanas Belmonte estuvieron y estarán siempre unidas. No importa lo que nos pase en la vida. ¡Mira! Para que te alegres, te cuento que ya mi pretendiente cumplió con la ceremonia del “pedimiento” de mi mano ante nuestro padre. No has estado presente al no levantarte de tu lecho. Me hubiera gustado mucho que ocuparas el lugar de nuestra madre. En poco tiempo se celebrará la boda. Estoy muy feliz. Haremos una gran fiesta, con cantidad de comida y sobre todo mucha música. Tienes que estar bien para entonces.
¡No llores, hermana! ¡Nunca te dejaré! Has sido muy buena conmigo, y si llego a llenarme de chavales, todos conformaremos una gran familia. Aunque no descartemos que encuentres al dueño de tu corazón; eres muy bonita, todos te lo dicen.
¡Ahora, vamos! ¡Vístete! ¡Salgamos a adivinar la buena fortuna a la gente!, que de eso sabes mucho… y lo que no, ¡lo inventas, pues, mujer!




2- Pablo Barrientos (Aly)

Hola, Claudia:
¿Cómo estás? Te escribo para contarte las novedades. Elegí este medio porque escuché el otro día que por culpa de los teléfonos y mails, se está perdiendo la hermosa costumbre de mandar cartas por correo, y me resisto a que eso pase.
¿Te acordás la adrenalina que nos producía la llegada del cartero? Especular si era una carta de nuestro amor secreto, o si sería alguna cuenta para pagar. No creo que los jóvenes sepan de lo que estoy hablando, pero realmente era un momento único.
Ahora sí, a lo nuestro.
¿Recordás esa casita que está a la orilla del arroyo, rodeada de plantas y con grandes ventanales? Esa que decíamos que cuando fuéramos viejitas la compararíamos para pasar nuestros últimos años rodeada de toda belleza y tranquilidad. Te cuento que nos ganaron de mano. La compró un señor de Buenos Aires. Muy simpático, aparentemente solo; aunque no creo que por mucho tiempo, teniendo en cuenta las chicas bonitas que hay en el pueblo. Se llama Pablo. Dicen que es voluntarioso y colaborador, que pasó su infancia en una villa ayudando a todos, principalmente a un vecino cartonero.
Por todo esto, no me extrañaría que quisiera hacer algún emprendimiento para contribuir a levantar este lugar, que desde que se fueron la mayoría de los jóvenes, está triste y venido a menos. Hace falta sangre nueva que lo impulse y embellezca.
Por lo pronto, lo primero que hizo fue poner en valor el embarcadero que estaba bastante abandonado. Ahora está en condiciones, empezaron a venir barcos de distintos puertos y la actividad está a pleno.
Me da pena que la casita ya tenga dueño, pero a la vez me alegra que sea alguien emprendedor y con ambición de progreso.
En cualquier momento tomo el barco que me deja en la otra orilla y me voy a la ciudad a visitarte y a ponerte al día de todos los acontecimientos. 
Me despido. Cuidate mucho y contestame pronto, así el cartero vuelve a tocar el timbre en mi casa. Me entendés, ¿no?