Sobre el Taller Literario "Punto Seguido"

Este Taller Literario es coordinado por la escritora Leticia Marconi y tiene lugar en Punta Alta, Prov. de Buenos Aires, Argentina.

domingo, 13 de junio de 2021

A través de mi ventana


Despedida, de Alcira Elena

Triste.
Sola.
Desamparada
ante la ventana vestida de antaño.
A mi espalda
sobre la mesa
fotos esparcidas.
Nuestra vida en un collage
de amor y risas:
la vida que ya no es.
Por mi rectángulo al sol
te veo con un amor tierno
de risa joven.
¿Cómo pudiste?
¿Qué nos pasó?
El horizonte se dibuja perezoso
la noche perturba mi corazón
el umbral oscuro me llama.
Te dejo una nota.
Me llevo el dolor.



Mucho más que vidrio enmarcado, de Fabiana

Mi lugar en el cosmos
tiene un agujerito de cristal,
por él pasa todo el mundo…
un mundo no tan real.

Imagino otras vidas
otros seres, otras historias.
Oigo voces desconocidas
de personas ambulatorias.

Mi pedacito de cielo
mi conexión con el clima
el rincón de mi consuelo
que me vincula a la vida.



Invisibles, de Analía

Envuelta en el castillo improvisado con cartones
apenas puedo ver a la pequeña.
Sus piernitas cuelgan
asoma una mano del abrigo arremangado
sonríe y me saluda
sus ojitos brillan.
Inocente.
No siente el frío
y todavía sonríe.
Encorvada y marchita, ella.
Desalentado y resentido, él.
Destartalado, el carro.
Avanzan, como pueden, entre autos impacientes.
Esquivan insultos, miradas asqueadas.
Juntan las sobras y sus propias piezas.
Cargan desechos y la propia historia.
Una historia que desborda
injusticias y dolor.
Con el hollín estampado y la vergüenza a cuestas
transitan la vida.
Invisibles.
Estropeados.



Desde mi ventana, de Alicia M.

Retumba el cielo oscuro,
por una daga de luz herido
sangra copiosa lluvia
sobre las calles vacías.
En mi ventana se estrellan
miríada de gotas
arando líquidos surcos
en los indefensos cristales.
El paisaje gris se asoma
entristeciendo la vista,
el invierno reina
en la plomiza tarde.



Extrañamiento, de Adela

La plaza de mi barrio
amaneció callada,
con árboles desnudos,
con hamacas sin alas.

Los perros de la esquina
no salen a la plaza,
no ladran, están tristes
presienten que algo pasa.

El jardín, sin infantes,
parece un fantasma,
no está la banderita
ni la seño que canta.

Cae tenue la lluvia,
y se anima la plaza,
ve árboles con hojas
y hamacas con alas.

Sonríe mi ventana.
Me hace sonreír,
y agradezco a la vida
el día por vivir.



Ocaso, de Silvia

Era un día cualquiera
lo observé
arrastraba inseguro sus piernas flacas.
El peso de la vida
colgaba de su chaqueta gris,
tan gris como una tormenta de invierno.
Se notaba.
La banqueta desgastada por la edad, apenas se inmutó.
Un perro bizco lo seguía.
Desvergonzado destino, te colaste en sus raídos pensamientos.
¡Pobre!, pensé.
¡Pobre!, imaginé.
El vuelo rasante de un pájaro
atrajo su mirada cálida.
Tal vez,
algún día supo ser su mejor versión.
En la espera silenciosa del crepúsculo
una gota de rocío lo impregnó
y lo encontró recordando la quimera
de su remota y exquisita juventud.
Pobre viejo, imaginé.
Pobre viejo, pensé.



Mi amiga, la ventana, de Susana

Desde la enorme cocina, hacia el patio un ventanal,
testigo de tantos tiempos, toda una vida vivida,
recuerdos que sobrevienen esta mañana otoñal;
mis plantas allí me esperan, como dulce compañía.

Por las paredes trepando, airosa la santa rita.
entre sus ramas se asoman un geranio y un malvón,
a un costado el gran jazmín y al otro la monedita,
aromas que se entremezclan y alegran mi corazón.

Otras cuelgan de las rejas en macetas coloreadas,
colibríes, mariposas, son asiduos visitantes,
los miro sin hacer ruido, en las mañanas soleadas
un encanto pasajero que dura solo un instante.

Si volteo mi cabeza, de la ventana hacia adentro
cuando cierro bien los ojos, cuando enciendo mis oídos,
otros olores, perfumes, colores, lo que recuerdo,
el alma se regocija con la vida que he vivido.

Fueron muchos almanaques que el tiempo fue devorando,
y ahora, en el escenario, la soledad va ganando.
Así, las cosas vividas vuelven a nuestro presente.
Pues nada parte del todo, nada dura para siemp
re.




Desde mi ventana, de Alicia G.

Mañana gris y solitaria
como mi alma.
Temprano.
El sol permanece
preso entre las nubes.
Yo, presa en recuerdos,
vacía de presente.
La paloma que habita en el alero,
debajo de la glicina,
prepara un hogar para sus pichones.
Sale
en busca de pequeñas ternuras:
amor en ramitas,
pelusas, trozos de hilos.
Entrelaza su nido…
¿entrelaza? ¿nido?
Entrelazo el mío
con recuerdos, promesas no cumplidas.
Está asomando el sol.
Su calor
entibia remembranzas pasadas.
Al igual que el rocío
va dejando pequeñas gotas
y riega el césped,
permito que lo bueno brote
y bañe mi corazón
con mañana de helada temprana.

Vuele paloma
trayendo tesoros.
Busco los míos,
permanecen intactos.
Me retiro feliz,
abrazo el presente
sintiendo ahora
que no está vacío.



Las ventajas de ser invisible, de Julieta

Al igual que todas las mañanas, me levanté
lo primero que hice fue mirar por esa ventana
con el puro anhelo de que me pudieran notar
no esperé nada más que estar allí y ver pasar la gente
sin ningún propósito que me beneficiara, sin ninguna obligación
lo único que hacía era imaginar la vida de aquellas personas
que, probablemente, jamás volvería a ver,
ni ellos a mí,
aunque yo sí los había visto
y los iba a poder recordar cada vez que quisiera
porque aquí dentro siempre llueve
y ver la luz y el cielo despejado
llenaba el vacío que yo no ocupaba
me hacía “feliz”.
O eso creía…






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