Sobre el Taller Literario "Punto Seguido"

Este Taller Literario es coordinado por la escritora Leticia Marconi y tiene lugar en Punta Alta, Prov. de Buenos Aires, Argentina.

sábado, 4 de abril de 2020

Segunda consigna en cuarentena


El baúl que guarda el tesoro


Desde la pequeña ventana de mi rincón preferido veo el patio de mi casa. Conozco de memoria cada centímetro de ese espacio, sé todo lo que hay y cómo llegó hasta allí. Desde la grande, veo la calle, que es como una proyección del futuro: no sé qué es lo que voy a encontrar, ni cómo llegó, ni quien lo puso. En el medio de ambos está mi lugarcito que siempre huele a lavandas o a jazmines; a veces crecen naturales en una pequeña maceta. Si no es época, emana de la esencia con que mojo la lámpara de sal. Creo que esos aromas dan calidez al ambiente y tranquilizan mi alma.
Depende la estación del año, abrazan mi cuerpo varias horas durante el día la mecedora con almohadones de textura suave frente al hogar con leños, o la hamaca paraguaya muy cerquita del aire acondicionado.
En la notebook suelen acompañarme: Joaquín Sabina, Charly García, Ricardo Arjona, los clásicos lentos en inglés, el recién descubierto Pepino Gagliardi, o a quien mis oídos tengan ganas de recibir, casi siempre voces masculinas. Y desde el fondo, el agua que cae de la cascada artificial.
Sobre la mesita del rincón siempre hay algo para comer y beber: queso, jugos de futa y café durante el día; chocolate, vino y café durante la noche. Mi matrimonio con el café es muy conocido, somos una pareja firme y fiel.
Las paredes blancas están casi desnudas, un espejo grande con marco de hierro y una biblioteca mediana desbordante de libros y cuadernos, son la única vestimenta. Me gusta la simplicidad del lugar, me invita a permanecer y crear; con adornos sentiría que ya todo está listo y no hay mucho más para aportar. No hay reloj, la notebook suele dar una idea de la hora y el sol la certeza. Excepto por la necesidad del baño, puedo permanecer días allí con todo lo necesario para sobrevivir.
A un lado, cerca de una de las paredes, se luce una mesa alta con un par de banquetas que invitan a una charla intima. La llamo “la mesa de las confesiones” porque con el tiempo me di cuenta de que cualquier persona que se sienta a ella acoda su brazo, sostiene la cabeza con la mano y comienza a contar intimidades, a hablar de sus preocupaciones, de sus sueños. Es raro, pero mis allegados también la llaman así, y en vez de temerle ¡la aman!
Pese a que es un lugar muy íntimo y pequeño, siempre hay tazas y copas para compartir una charla. Te va a gustar. (Fabiana)


Lo que hace la cuarentena

One table, one chair, one bed and only one window.
¿Qué te pasa, Lola? ¿Desde cuándo hablás  Inglés? ¡Dios!, ¡lo que hace el encierro!
La coordinadora nos pidió que habláramos de nuestro lugar preferido y enloquecí. ¡Sí! Ese es el lugar, mi lugar preferido.
Ahí me siento YO. No necesito nada más. No me importa estar encerrada, ahí tengo todo: una mesa con la notebook; una taza con café y algunas galletitas; una silla alta con respaldo cómodo; una cama para recostarme cuando mis glúteos me dicen ¡pará un poco, loca! y una ventana con muuuucha luz.
La única que puede acompañarme es mi musa (confieso que a ella le debo las palabras que escribo). Bueno, hoy también dejé entrar a mi amiga Lamoni.
El decorado: un tapiz con un Sagrado Corazón, un rosario, muchos peluches, estantes con adornos, un graffiti en la pared (no les digo lo que dice porque no quiero que la dueña del lugar se entere que lo usurpé), un espejo y un tele que no prendo.
Desde la ventana veo la plaza y sé cuándo mi mascota quiere entrar. Ella tiene piedra libre para salir cuando quiere.
El café está más sabroso que otras veces, las galletitas craquean, a la silla le agradezco porque no me duele la espalda aunque hace tiempo que estoy sentada; pero, a la cama no la miro, no la miro, no la miro… Me llama y la ignoro. Ya sé lo que pasa si le hago caso. Se me caen las manos, la pantalla de la compu se oscurece, por la ventana no entra luz, la silla siente que ya nada le pesa, zzzZZ, ¡qué floja soy!  ¿Entienden por qué es mi lugar preferido? (Adela)


Íntimo

El lugar que prefiero de mi casa es donde me encuentro más tranquila, donde me desentiendo del bombardeo de demandas familiares. Es el más fresco y limpio de toda la casa y a la vez donde puedo dejar mi mugre, lo peor de mi misma.

Como hay un espejo puedo hablarme sinceramente, sin temor a ser escuchada ni interrumpida. Puedo insultarme cruelmente, darme ánimos o mirarme con dulzura en total intimidad. Aunque lo describa con los más bellos detalles, dudo que te despierten deseos de conocerlo; hablar de él remite a imágenes poco atractivas.  
A veces me encierro allí solo para estar sola. Para mí, es el sitio donde, una vez cerrada la puerta, todo lo demás no existe.
Amo mi baño. (Viviana)


Mi mundo aparte

Desde muy temprano en la mañana preparo el mate, busco las galletitas en la alacena y me siento en la silla que combina con la pared de la cocina. Comienzo a escribir. Concentrada en cómo los futuros docentes de cualquier área podemos hacer las clases virtuales entretenidas, mi cocina con azulejos rosas y paredes celestes me inspiran. Pienso en nuevas ideas para trabajar con mis alumnos. Se me ocurre que podrían aprender los diferentes tipos de textos utilizando avioncitos pintados con lápices rosa y celeste…  o incorporar, tal vez, amarillo, rojo y azul.
Aquí también me gusta leer libros; descubro que en la novela " cenizas del pasado" muchas de sus escenas ocurren en esta parte de la casa.
Cuando llega la noche, disfruto la rica cena familiar. Luego, mi imaginación sigue activa para que, al día siguiente, pueda volver a sentarme en esa misma silla a crear espacios con diferentes contenidos, continuar leyendo la novela y compartir, como de costumbre, una exquisita cena. (Yamila)



Mi rincón (obligado) favorito

Estoy en el comedor de mi casa, bancando esta cuarentena que ya se torna tediosa. En el centro de nuestro dulce hogar está la tele, ventana que nos entretiene, mostrándonos un mundo al que no podemos sumarnos. También aquí tenemos una máquina para caminar; hacer ejercicio mientras miramos tele nos libera, un poco, del forzado sedentarismo.
Para variar actualizamos una bicicleta que habíamos adaptado para hacerla fija hace tiempo. La instalamos también en el comedor; si nos duelen los pies de tanto caminar, pedaleamos hasta que nos duela el… En fin, hay que ejercitarse.
Transformado en oficina, computadora mediante, es el lugar donde pagamos los servicios, evitando esas colas que indignan en la tele. Por suerte, nos aggiornamos con el uso de la tecnología para todo tipo de trámites, y también, por qué no, para entretenimiento. Aunque soy bastante inútil para bajar películas.
Cuando lo audiovisual no basta, en lo personal, recurro a lo manual y mi comedor se transforma en un taller de “hazlo tú misma”.

Tal vez no sea el lugar más alegre, mejor decorado o más soleado; pero es nuestro rincón “pasacuarenrena”. (Alicia)


Hoy, que las circunstancias nos obligan a permanecer dentro de casa,
quisimos compartir con ustedes el espacio preferido de nuestros hogares.

2 comentarios:

  1. las musas en cuarentena están cada vez más inspiradas

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  2. Felicitaciones , cuanta inspiracion!
    Los leo y estoy practicando bastante!
    Saludos!

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