Sobre el Taller Literario "Punto Seguido"

Este Taller Literario es coordinado por la escritora Leticia Marconi y tiene lugar en Punta Alta, Prov. de Buenos Aires, Argentina.

domingo, 12 de septiembre de 2021

Epígrafe

 
Bañada de luna

Cada tanto, la vida 
arroja lunas a mis pies.
Autor anónimo

La luna… la luna… la luna… Siempre la luna presente en mi vida.
Allí está, asomada a la ventana, acompañando mi melancolía y la soledad de mis días.
“Guardá el aire fresco de la luna en una bolsita de tul, y colocala debajo de la almohada”, me dijeron. “Su frescura pasará entre la fina tela y acompañará tus sueños con dulces historias: de enamorados, de duendes traviesos, de noches mágicas…”
Hoy, noche fría. Se mete por mis huesos y mi alma. Ambos necesitan calor.
La luna brilla en todo su esplendor en esta fase nueva. Siento su tibieza, su compañía. Viene bañada de aguas cálidas, huele a rocío. Acude a mi encuentro con misterioso encanto y su luz corona mi noche.
Miro hacia el cielo: luna de plata, espejo silencioso…, busco lo posible, lo imposible.
Estiro mis brazos. Tomo un trozo de su serena transparencia y lo coloco en el “porta tul” que preparé. Me atrevo también con un rayo resplandeciente que ubico a mis pies, para que permanezcan tibios toda la noche.
Hoy, serás testigo y cómplice de mis sueños. (Alicia G.)


La cazadora

Cada tanto, la vida 
arroja lunas a mis pies.
Autor anónimo

Me gusta cazar. No se asusten, me gusta cazar frases. Tengo un don para eso. Escucho a alguien y tomo parte de lo que dijo porque me corrió frío por la espalda o porque me despertó una carcajada.
No lo hago a propósito. No salgo de casa con ese objetivo, mas siempre vuelvo con alguna.
Ayer salí a caminar con unas amigas. Confieso que no me gusta caminar, pero desperdiciar una invitación de alguien querido es pecado.
El día invernal estaba despistado, creyó que era primavera y nos regaló un sol y una temperatura dignos de la mejor temporada golondrinesca.
Una señora, un poco más grande que yo, vestía una remera que en su espalda tenía escrito: Cada tanto la vida arroja lunas a mis pies. Me olvidé de mis amigas y empecé a divagar. ¿La vida arroja lunas? ¿Si las arroja, caen a mis pies? ¿Eso ocurre cada tanto o siempre?
Escuché que una de las chicas decía: “Sonamos, empezó la caza”. Volví al paseo, pero como puedo hacer más de una cosa a la vez, mientras hablaba con mis compañeras de caminata pensaba que yo no necesito que la vida me arroje lunas. Yo solita vuelo a las lunas cuando quiero para evitar que las pobres se lastimen si las arrojan. (Adela)


Princesa de la noche

Cada tanto, la vida 
arroja lunas a mis pies.
Autor anónimo

Ella, arrogante, continúa su andar indiferente a suspiros y deseos terráqueos.
Siguió al planeta y quedó prendada de su belleza virgen, fresca, perfecta. Sin humanos que, tristemente, después llegaron para afearlo, corromperlo, descuidarlo.
Los enamorados la hacen su cómplice. Los animales aúllan a su paso, henchidos de nostalgia porque no pueden alcanzarla.
Regente de las mareas. Las aguas de ríos y océanos danzan con su reflejo de plata. Brillante, lejana. Las hechiceras del bosque cantan, saltan y festejan en su honor, mientras las pócimas pasan de mano en mano.
Cuando va a cenar con las nubes, amigas y confidentes, es refugio de malhechores. El sol -rey de reyes- huye entre las sombras de su princesa, tan caprichosa como inaccesible.
Nueve lunas esperan las madres. ¿Cuántas pasaron desde la última vez que te vi? ¿Cuántas más para que volvamos a vernos? Recuerdo tu abrazo cálido, cariñoso, contenedor. Momento ideal para permanecer en ellos y ver pasar todas las lunas. Tus palabras dulces, ojos oscuros de mirada inocente y amorosa. Tu convicción de que en otra vida todo fue posible para nosotros.
Aquella vez fue el reencuentro de dos almas viejas que se reconocieron y besaron cuando nuestras miradas se cruzaron en silencio.
Las lunas siguen llegando y yo espero… siempre esperaré. (Alcira Elena)


La última luna

Cada tanto, la vida 
arroja lunas a mis pies. 
 Autor anónimo

Las medias de seda delineaban las piernas largas de Berta. Los tacos de charol, la chaqueta y la mini de lurex le aportaban brillo esa noche. Lo necesitaba. Anestesiada por el efecto de lo que había tomado, elevó la vista y entre los intersticios de las edificaciones la descubrió. Cada luna llena le recordaba el paso del tiempo y lo poco que a ella le quedaba. No podía dejar de admirarla. Sus ojos se llenaron de lágrimas y un dolor fuerte en el pecho la obligó a detenerse. Apoyó sus manos delicadas en la pared descascarada, y comprendió que era la última. (Analía)


Origen distante

Quién sabe dónde quedan 
mis próximos soles.
Autor anónimo

El espacio infinito es la ruta para un nuevo hogar. Ahora somos realmente libres para elegir el rumbo de nuestras vidas.
Somos un pueblo asaz religioso. Dicen nuestros textos sagrados que los dioses crearon un planeta para nuestra raza. Nos salvaron del caos y nos ubicaron en este mundo ideal. A través de la historia, nuestros ancestros levantaron una gran civilización. Hubo pocas guerras por rivalidades o territorios; somos una etnia pacífica y negociadora.
Últimamente, tensiones sociales han enturbiado la armonía que nos ha caracterizado. Siempre hubo grupos disidentes, minoritarios, pero no alteraban las creencias del pueblo. Cuestionaban la validez de ciertos preceptos sobre nuestro origen. Basados en leyendas milenarias, transmitidas en forma oral como cuentos para niños, sostenían que este no era nuestro mundo originario. Según ellos, veníamos de un planeta lejano, en otra galaxia, que había sido impactado por un cuerpo celeste causando el fin de la vida. Un grupo de habitantes, que habían logrado un gran adelanto tecnológico y alertados sobre la inminente catástrofe, pudo construir una nave en la que escaparon de su hogar. Vagaron cientos de años en el espacio hasta que sus descendientes lograron llegar a este lugar.
Esa versión es ferozmente combatida por la Iglesia que la declaró herética. La mayoría de la población no daba crédito a estos predicadores hasta que los astrónomos hicieron un descubrimiento inquietante. A través de radiotelescopios recibieron una señal proveniente del espacio exterior, pero no de cualquier parte sino de las coordenadas mencionadas en las antiguas leyendas. Esto originó una gran agitación social, volvieron los cuestionamientos que la Iglesia se encargó de reprimir en forma por demás severa. Los herejes fueron perseguidos y encarcelados, obligados a reconocer su herejía para recobrar la libertad y salvar sus vidas.
Unos pocos decidieron que lo mejor era exiliarse, huir y buscar la procedencia de la intrigante señal. Mi abuelo y su familia estaban entre ellos. Varias naves partieron y, aunque fueron perseguidas, pudieron alcanzar el espacio profundo sin bajas. Las naves fueron nuestro hogar durante muchísimo tiempo. Mi abuelo primero y mi padre después fueron los comandantes de esta nave-ciudad que no hemos abandonado desde la partida. Muchos quisieron dejar de deambular por el espacio y afincarse en algunos de los planetas que conocimos, pero el mandato era llegar al antiguo hogar y demostrar la veracidad de las creencias que nos habían costado el exilio. La deserción era castigada severamente. Habíamos huido a causa de la intolerancia, sin embargo, esta viajaba con nosotros e imponía su cerrazón a cualquier contradicción.
Mi padre era ya anciano y yo ocupaba su lugar cuando arribamos a nuestro destino. Era un hermoso planeta; el agua ocupaba la mayor parte de su superficie y se respiraba un oxígeno mucho más rico que en el antiguo hogar. Pero sus habitantes fueron una sorpresa. Su aspecto era muy distinto del nuestro: sus cuerpos eran blandos, carentes de armaduras óseas; sus caras, chatas y sus dientes, pequeños. Las cabezas carecían de crestas y estaban cubiertas por filamentos. En este mundo prevalecían los mamíferos.
Si bien su civilización no era tan avanzada como la nuestra, estos seres eran particularmente agresivos entre ellos y desarrollaron mortíferos armamentos; a tal punto que debían mantener un precario equilibrio para no destruirse a sí mismos y al planeta. Aún sí, guerreaban entre ellos por cualquier motivo: recursos, territorio, religión...
No podíamos presentarnos ante ellos sin causar una conmoción mundial, pero sí estudiarlos. Descubrimos que su historia narraba la llegada de un meteorito unos sesenta y cinco millones de años atrás, que extinguió lo que ellos denominaban dinosaurios y cuyos restos estudiaban. Esos animales los fascinaban de una manera particular; al punto de ocupar una buena parte de su cultura. Pero desconocían por completo que algunos de esos que ellos llamaban “lagartos terribles” habían desarrollado una avanzada civilización.
Comprendimos que ese hogar primigenio ya no nos pertenecía, no teníamos lugar en él y deberíamos buscar nuestro propio lugar. (Alicia M.)


Reflexión


Cada tanto, la vida 
arroja lunas a mis pies. 
 Autor anónimo

Ellas me motivan para seguir luchando por lo que deseo y no parar hasta conseguirlo.
Las luces de la ciudad me invitan a reflexionar sobre todas las decisiones que he tomado, sobre las veces que me he equivocado pensando que, por fin, sería productivo; o sobre el hecho de elegir a las personas equivocadas, de no poder dormir a tiempo.
Todo lo que pienso parece ponerme más nerviosa, así que tomo un libro que me recomendaron y empiezo por el primer capítulo. Inicia con un epígrafe: “La luna es mi acompañante cuando necesito inspiración...”
Mis amigos también me han ayudado a transitar momentos en los que me nublaba por saber, descubrir el sentido de mi vida. (Amparo)


Amolaluna

Cada tanto, la vida 
arroja lunas a mis pies.
Autor anónimo

Amo los atardeceres. Ese momento del día donde la noche se asoma despacito, como abriendo un pesado portón de hierro.
Algunas veces siento que, en ese momento, la luna es como la llave de la cerradura, que permite la apertura. Al igual que su compañero, el sol, siempre está presente. A veces visible, otras no. A veces brillante y redonda, otras tímida y casi imperceptible. Tiene un perfil más bajo que el astro rey, pero no es menos importante, al menos para nuestro planeta.
En muchas oportunidades, salgo de una corridita al patio porque alguien dijo: "¡Vení!, ¡mirá que hermosa luna!". Y entro rápido a buscar el telescopio y la cámara de fotos para inmortalizar su imagen.
Hay noches que camino junto al mar, con el sonido de las olas al romper y su imagen iluminando el firmamento, como únicos compañeros. Es entonces cuando me enamoro de ella y sueño que soy un astronauta que viajo al encuentro de mi amada. (Fabiana)


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