Cosas extrañas suceden
Se podía ver el brillo desde la planta baja. Algo extraño trasladaba el helicóptero que intentaba aterrizar en la terraza del edificio. Los dos policías apostados en el recibidor corrieron para tomar el ascensor. En segundos llegaron al piso 21. Continuaron su carrera por las escaleras y de un empujón, abrieron la puerta de chapa que les dio paso al exterior. Un aire arremolinado entorpeció sus movimientos. El sol de media tarde les impedía ver con claridad la insignia de la aeronave que disminuía con lentitud el sonido del motor. De pronto, bajó...
Silvia ↴
De pronto, bajó un individuo vestido de azul. Llevaba una conservadora pequeña y blanca. Corriendo, se acercó a los policías que le indicaron el camino y con una seña se despidió del helicóptero. Con paso pausado pero seguro el hombre de azul avanzó hacia la puerta de ingreso al edificio, escoltado por los uniformados. Tomó el ascensor y comenzó a relajarse, el día había transcurrido entre horas de tensión. Mientras descendía, contaba los pisos como a ovejas en una noche de insomnio. El elevador se detuvo. Las puertas se deslizaron e indicaron el momento de bajar. Un despliegue de aparatos y personas en el piso, lo esperaban. Había llegado el momento, luego del extenso operativo. El viaje apresurado valió la pena. Entregó la conservadora a una enfermera y los médicos iniciaron su labor. Su trabajo había concluido.
Los familiares del paciente esperan ansiosos en la sala,
y una plegaria al cielo se escucha murmurar.De pronto, bajó un individuo vestido de azul. Llevaba una conservadora pequeña y blanca. Corriendo, se acercó a los policías que le indicaron el camino y con una seña se despidió del helicóptero. Con paso pausado pero seguro el hombre de azul avanzó hacia la puerta de ingreso al edificio, escoltado por los uniformados. Tomó el ascensor y comenzó a relajarse, el día había transcurrido entre horas de tensión. Mientras descendía, contaba los pisos como a ovejas en una noche de insomnio. El elevador se detuvo. Las puertas se deslizaron e indicaron el momento de bajar. Un despliegue de aparatos y personas en el piso, lo esperaban. Había llegado el momento, luego del extenso operativo. El viaje apresurado valió la pena. Entregó la conservadora a una enfermera y los médicos iniciaron su labor. Su trabajo había concluido.
Alcira↴
De pronto, bajó un hombre imponente, de fuerte complexión física. Vestía de negro, llevaba un maletín rojo. Detrás de él, descendieron cuatro individuos de porte semejante, trasladando una especie de camilla. Bajo la lona amarilla y roja que la cubría con fuertes amarres, se adivinaba un bulto que pugnaba por asomarse.
Desde una terraza cercana los observaba con mi
telescopio. La nave desapareció tras las nubes plomizas que asomaban en el
horizonte. Los sujetos y su cargamento entraron al montacargas de servicio. Por
los amplios ventanales del inmueble los vi ingresar a la habitación 13, del
piso 13. Los policías montaban guardia en el pasillo.
¿Quiénes eran? ¿Qué
trasladaban? ¿Qué sucedió en ese cuarto?...
Preguntas que me acompañan hasta hoy, cuando ya nada parece lo mismo.
Preguntas que me acompañan hasta hoy, cuando ya nada parece lo mismo.
Martín↴
De pronto, bajó una persona
por una cuerda a través de la técnica de descenso vertical. Los dos policías se
agazaparon detrás de una salida de aire. Cuando se asomaron vieron a un hombre
calvo, con un ojo de serpiente tatuado en medio de la frente, uñas largas
pintadas de rojo, descalzo y con una túnica ambarina con líneas y puntos rojos
desprolijos.
Al incorporarse, este
excéntrico personaje con rasgos semejantes a un monje tibetano los llamó con el dedo índice, mientras emitía ondas de infrasonido inaudibles, pero
aterrorizantes. Los agentes de la fuerza policial se le acercaron paso a paso,
lánguidamente, con los ojos abiertos y gestos de dolor, hipnotizados. Pararon frente a él.
El hombre los miró y con un gesto
de palmas hacia abajo les pidió que se arrodillaran. Luego, con un cabeceo, llamó a dos personas que estaban en el helicóptero, de características semejantes a
él pero más jóvenes. Estos no bajaron por una cuerda, saltaron con habilidad animal
y se colocaron detrás de los policías, como esperando una orden.
Esta especie de anacoreta
inhaló y exhaló tres veces, tragó saliva, miró al cielo y con las manos
elevadas dijo: ¡desprended del mal a estas creaciones humanas, purificad su
corazón y alma para que se acerquen a
ti, Dios del universo!
Los hombres que oficiaban de
ujieres pusieron una mano en el mentón de cada policía dejándoles la garganta a
merced de su suerte. El monje se acercó. Con admirable sincronismo movió ambas
manos y clavó sus uñas en las carótidas de estos hechizados corderos de
sacrificio, que con rugidos de asfixia emitían estériles pedidos de auxilio.
La sangre pintó la prenda
ambarina de este hombre de Dios que oficiaba de verdugo. Los discípulos tiraron los cuerpos inertes a un costado y con sus lenguas recogieron sangre y pintaron las
uñas de su señor.
Los tres volvieron al
helicóptero; el carnicero espiritual delante y los otros dos detrás,
custodiando sus pasos. Antes de subirse,
besó la insignia pegada en la nave: una serpiente con la boca abierta y las
letras “PEQL”.
Desde ese día, las autoridades
locales a cargo del Comisario Fontanarrosa, trabajan para resolver el doble crimen y descifrar la enigmática placa.
Adela↴
De pronto, bajó una niña vestida de plateado. En el
cabello lucía una vincha con estrellas luminosas. En su cuello, un camafeo
destilaba una luz de arcoíris.
Caminó con lentitud, se acercó a los policías que se
habían paralizado al verla. Sus labios pronunciaron una frase ininteligible.
Repitió la frase y ante la mirada azorada de los uniformados comenzó a mover
sus manos. El silencio invadía el lugar; el motor de la aeronave ya había
callado su voz. El miedo que hacía unos instantes habitaba el espacio,
desapareció. La voz relajada de uno de los policías, traducía lo que la
pasajera había dicho: “Vengo de otra galaxia, traigo la esperanza de que lo que
están viviendo va a dejar de ser una pesadilla muy pronto. Sean pacientes”
Sonrieron los tres, dos manos terrestres y una de otra
galaxia se juntaron y luego se separaron. Los motores de la nave se activaron y
cuando la mensajera estuvo en ella, partió como había venido, trasladada por
algo extraño.
Fabiana↴
De pronto, bajó una mujer. Sus prendas de vestir cubrían todo su cuerpo, y la cabeza. Apenas pudieron ver su impactante rostro: piel trigueña, grandes y verdes ojos. Tenía apariencia de extranjera, sacada de un libro de cuentos.
Detrás de ella descendió otra
mujer igual de llamativa, pero con ojos color café. Caminaba con paso firme y
seguro. Podía ser su asistente, amiga, pareja o secretaria. Las dos juntas eran
una imagen difícil de olvidar para cualquier latino. Los agentes quisieron
detener su marcha, sin embargo ellas ignoraron la voz de alto y continuaron con
rapidez hacia el ascensor donde se perdieron. El piloto se acercó a los
policías, ofició de intérprete y los entretuvo. Sin dar información
significativa sobre ellas, ofreció su documentación personal y la de la
aeronave. Minutos después despegó.
Los uniformados emprendieron
la búsqueda de las mujeres. Un dulce perfume a vainilla e incienso que
perduraba en el ascensor les proporcionaba una ligera pista. Recorrieron varios
pisos y pasillos valiéndose sólo por el olfato para encontrarlas, sin éxito.
Preguntaron a varias personas; nadie las había visto.
El lujoso edificio estaba
integrado por cuarenta y dos departamentos, de los cuales treinta eran de
alquiler temporario. El movimiento de personas era intenso durante las
veinticuatro horas del día, lo que dificultaba la búsqueda. En un momento, se
preguntaron qué y a quienes buscaban. Las mujeres no estaban acusadas de ningún
delito. Ellos sólo podrían identificarlas y ese dato no aportaría nada
relevante. Ambos tenían una vaga idea de que en Medio Oriente usan esas prendas
largas y oscuras que cubren todo el cuerpo, y que allí el rol de la mujer es
muy diferente al de nuestra cultura, que no es habitual que se desplacen
libremente sin la presencia de hombres. Solo su intuición les decía que había
algo extraño.
Las horas de trabajo que
restaban, las pasaron en la planta baja, observando las cámaras de seguridad y
los movimientos del ascensor, pero sin rastros de las Scheherezades, como
empezaron a llamarlas. La jornada llegaba al final, habían pasado cinco horas
desde el aterrizaje y no sabían nada más que eso. Al llegar sus relevos, les
contaron lo sucedido. Muy lejos de preocupar a los recién llegados, sólo
recibieron bromas y chistes.
Dos días después, cuando
volvieron al trabajo y se reencontraron con los otros policías, comentaron el
único rumor llamativo que rondaba el edificio: allí se estaban alojando Shakira
y Beyonce, quienes simulaban ser ancianas cuando iban de paseo y que, al momento
de salir hacia el show, se vestían de payasos.
Gerónimo↴
De pronto,
bajaron a esa cosa extraña para muchos, pero conocida para muy pocos.
Una semana
antes, en los campos de los Lóbez-Marchione, la Sociedad Espacial de Búsqueda
de Vida Extra Terrestre (SEBVET), una empresa privada donde los descendientes
de los LM tienen acciones corporativas, tuvo el primer contacto con seres de
otro planeta de manera muy particular:
Era un día
soleado; un robot estaba haciendo sus tareas programadas de rutina y de
repente, un rayo lo tiró hacia el estanque de agua. Mojado, al salir, empezó a
convulsionar. La alarma sonó en la sala de control ante esta situación.
Los
patroles (grupo humano contratado para seguridad), llegaron rápidamente al
lugar y consiguieron atraparlo con una red hecha de acero y carbono, y lo
apagaron.
En la sala
de ajuste y programación lo secaron y luego lo conectaron para hacerle los
reajustes necesarios para que continúe en funcionamiento. Sin embargo, el robot
comenzó a emitir sonidos extraños, como un lenguaje diferente a los conocidos hasta
ese momento.
En la base
de datos de idiomas cotejaron ese lenguaje. No encontraron coincidencia alguna.
La máquina seguía hablando en su lengua propia hasta que en un determinado
momento logró articular la palabra “contacto”, que luego repetía en forma
continua. Después de aproximadamente una hora, consiguió decir “espacial”. Escuchar
monótonamente “contacto… espacial” cansaba. A partir de la tercera hora,
agregaba una palabra más de nuestro idioma hasta que en menos de cinco horas,
ya hacía oraciones comprensibles que sorprendían a los técnicos. Con total
hermetismo, fue trasladado al edificio de la SEBVET, donde la NASA, la ESS
(Sociedad Espacial Europea) y otros organismos espaciales, enviaron científicos
y expertos en semiología y lenguas para estudiar el fenómeno.
Así, la
raza humana logró el primer contacto con alienígenas a través de un simple
robot de campo alcanzado por un rayo. (Julio, 2063)
Josefina↴
De pronto, bajó un hombre de contextura atlética.
Anteojos oscuros, sombrero negro y traje del mismo color. Zapatos plateados y
la camisa que asomaba por el escote del saco en ve, hacía juego con el calzado.
No llevaba corbata. Un collar de brillantes, ajustado a su cuello, enceguecía
aún más la visión de los dos agentes.
Sacaron sus pistolas, pero una fuerza irreverente les
impedía actuar.
El enigmático personaje llevaba las manos enguantadas.
Una apoyada en un bastón, y en la otra pendía un ataché. Éste se abrió. Se
desprendieron haces multicolores, aplausos, globos y la música de John Lennon, Imagine,
se oyó en todo el espacio. Una atmósfera sublime los envolvió.
Enfundaron sus armas, se abrazaron.
El aire tenía un olor nuevo.
La extraña carga fue el anuncio de un nuevo comienzo.
La extraña carga fue el anuncio de un nuevo comienzo.
Alicia↴
De pronto, bajaron un hombre y una mujer vestidos con
uniformes negros, portando armas largas. Un tercer hombre, también de negro,
llevaba lo que parecía una mochila y el helicóptero, como un monstruoso
insecto, ascendió y se perdió en un cielo límpido.
Los policías escoltaron en silencio al trío hasta el piso
18. Previamente, el edificio había sido evacuado. Las fuerzas de seguridad
habían establecido un cordón de varias cuadras que mantenían alejados a los
curiosos y a los periodistas.
En todos los noticieros se informaba del peligroso escape
de gas que había obligado a desalojar el inmueble. Ávidos reporteros
interrogaban a los confundidos residentes, quienes poco podían decir ya que la
única información que podían aportar era que habían sido urgidos a abandonar
sus departamentos por el inminente peligro de una explosión.
En el interior del edificio la situación era mucho más
peligrosa de lo que las noticias transmitían. En el piso 18 había sido detenido
un conocido terrorista internacional. Gracias a la labor de los servicios de
inteligencia, su arresto fue silencioso, sin que los vecinos lo notaran. Pero,
oculta en un armario, encontraron una poderosa bomba. Entre los recién llegados
estaba el experto en explosivos quien, después de un arduo trabajo, logró la
desactivación.
Nada de esto trascendió en los medios; para el público
toda la movilización se debió a una pérdida de gas que fue detectada a tiempo
para evitar una catástrofe. El edificio estaría desalojado hasta que el
problema fuera solucionado y los residentes pudieran volver a sus domicilios.
Durante varios días los noticieros seguirían el tema con
entrevistas a los ofuscados inquilinos, quienes se quejarían acerca del manejo
del incidente por parte de las autoridades, las molestias sufridas por la
emergencia y nadie conocería el acto de heroísmo llevado a cabo por ese grupo
de valientes. Guardianes de la sociedad que la custodian en la guerra
subterránea contra los fanáticos.
No sé quién venía en el helicóptero pero como me gustaría dar una vueltita con él. Gracias Leticia por hacerme soñar un ratito!
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