Sobre el Taller Literario "Punto Seguido"

Este Taller Literario es coordinado por la escritora Leticia Marconi y tiene lugar en Punta Alta, Prov. de Buenos Aires, Argentina.

domingo, 16 de mayo de 2021

¡Qué dilema!

Después de haber leído ¿La dama o el tigre?, de Frank R. Stockton, imaginamos varios posibles finales.



Alicia M. 👇

La bárbara y ardiente princesa no podía concebir que su voluntad se viera doblegada. Sin importar la puerta elegida, sería la mayor perdedora. Quería a su amante con ella, vivo y feliz en sus brazos, no en los de otra. Y menos que esa otra lograra, con el tiempo, adueñarse de lo que era suyo. Antes que permitirlo, el tigre se saciaría con su presa. Ella misma, feroz, haría el trabajo de la bestia.
El odio hacia esa joven inocente y ruborosa que esperaba tras la puerta, la envolvió en un paroxismo de rabia. ¿Por qué no era ella quien aguardaba, lista para arrojarse a los brazos de su amor? ¿Por qué no podía ella ser quien recitara los votos matrimoniales en medio de las campanadas y el clamor? Era hija de su padre, su voluntad era tan poderosa como la suya y ¿debía contentarse con ser una mera espectadora?
La puerta de la derecha se abrió, la multitud expectante fijó su mirada en el hueco oscuro. Suspiros (algunos gozosos, otros decepcionados) llenaron el anfiteatro. La figura de una hermosa joven atravesó el umbral. Erguida, su paso gatuno y seguro emanaba tal autoridad que la multitud permaneció en respetuoso silencio mientras se acercaba al joven quien, fascinado, cayó de rodillas. En ese momento sonaron las campanas y el público estalló en vítores de celebración.
Ella elevó sus ojos hacia el palco real. El soberano ya se retiraba, seguido por una princesa, ruborosa, con paso tembloroso, vacilante.



Alcira Elena 👇

Los asistentes al evento se mantenían expectantes, algunos deleitando de antemano un desenlace sangriento. Otros, más sentimentales, deseosos de ver una boda que contará con el beneplácito del soberano. Unos pocos rogaban por el improbable casamiento de la joven infanta y el hermoso vasallo.
Desde el palco real, la princesa le señaló a su amor –con evidente disimulo- hacia la derecha.
Hasta allí se dirigió el muchacho confiando en la señal de su amada. Corrió el cerrojo, abrió con cautela. Salió el tigre que, con pereza, dio unos pasos. Contempló al gentío con indiferencia y se echó al sol a dormir una siesta reparadora.
La princesa alborozada festejó desde su asiento real. El campesino había cumplido a la perfección su orden: regalarle a la fiera la más gorda y apetitosa de sus vacas.
“Será recompensado”, pensó para sí la joven.



Alicia G. 👇

Ella conocía el secreto de las puertas. Logró que el encargado de preparar al tigre se lo dijera. Estaba en sus manos salvar al hombre que amaba. ¿Pero lo salvaría o lo entregaría en brazos de esa mujer hermosa que ella tanto odiaba?
¿Era preferible verlo destruido y devorado por la fiera, como destruido y devorado por los celos estaba su corazón?
Estas reflexiones daban vueltas en su cabeza y decidió que ninguna de las dos opciones la convencían.
Y así como logró saber en qué puerta esconderían al feroz animal, también pudo convencer a la persona que lo ubicaría en su lugar para que le inyectara una anestesia. Calcularon el tiempo justo para que hiciera el efecto deseado al abrirse la puerta.
Cuando llegó el tan ansiado instante, la princesa hizo el gesto adecuado para que el hombre al que amaba abriera la puerta indicada.
El joven miró a su amada. Vio la indicación en su mano extendida hacia la puerta derecha, pero en sus ojos creyó descubrir una mirada de venganza y celos inoportunos. Desconfiaba, desconfiaba… y abrió la puerta contraria a la indicada.
La dama salió majestuosa, hermosa, sonriente y en un abrazo intenso, le susurró al oído: “La suerte está de mi lado”.
Mientras, allá, sentada al lado de su padre, la princesa cayó desvanecida al suelo.



Fabiana 👇

La puerta izquierda se abrió y, tras ella, la hermosa doncella dejó ver su brillante sonrisa. A metros de ahí, la princesa con su cabeza gacha, tapándose los ojos y los oídos con las manos, esperaba oír los gritos desesperados de su amado entre los rugidos.
Pocos minutos después, hermosas melodías, risas y aplausos la confundieron. Abrió lentamente los ojos mientras su conciencia le mostraba un casamiento. Su mente no creía lo que sus ojos veían, hasta que observó la puerta izquierda abierta. ¿Cómo podía ser? ¡Ella le había indicado la derecha! ¡Tenía que salir el tigre! El sufrimiento de ella por no tenerlo iba durar toda una vida, ¡el de él sólo un rato!
Con el rostro empapado de lágrimas salió del anfiteatro y corrió varios kilómetros. Cuando el cansancio la obligó a detenerse, se sentó debajo de la sombra de un árbol y quiso ordenar sus ideas: su gran amor había cometido el error de abrir la puerta equivocada. ¡Y que error! ¡Un error que cambiaba el destino de los dos para siempre! Él, que la amaba y la conocía tanto ¡no había entendido la seña!
Un instante, un suspiro y la certeza de que no había tal error. Sabiéndola tan parecida a su padre, tan autoritaria y fantástica, él intuyó que ella lo preferiría muerto y no casado con otra mujer.



Julieta 👇

Salió la dama. El hombre comenzó a llorar; hubiera preferido morir antes que desposar a otra mujer que no fuera la princesa. 
La hija del rey, también llorando, se fue corriendo para no ver la ceremonia. Fue muy difícil la decisión para ella, pero finalmente supo que no hubiera podido superar su muerte, ni tampoco la culpa que hubiera sentido. Priorizó que su amado viviera y que intentara ser feliz con otra persona, y no con ella.



Adela 👇

La espera llegaba a su fin. El pueblo ansioso se preparaba para el horror o la alegría.
El ritual no le agradaba, pero ser súbdito de un rey semibárbaro no lo dejaba elegir sus distracciones.
Al griterío de los que se ubicaban para ver el espectáculo siguió un profundo silencio. Los ojos pendulaban de la puerta izquierda a la derecha, de la derecha a la izquierda.
Un crujido y un rugido anticiparon el final. La puerta siniestra se abrió y un enfurecido tigre salió con los ojos inyectados de sangre, con la rabia provocada por días de hambre, con la impotencia de no entender por qué los humanos eran tan sanguinarios.
El enamorado no tuvo tiempo de reaccionar, no alcanzó a pensar en la traición de su amada. Un zarpazo y la arena se tiñó de rojo. El silencio volvió al escenario.



Susana 👇

El público miraba la escena con un morboso silencio.
¿Quién podría adivinar el deseo individual de cada uno de ellos?
Cuando el joven apareció en el ruedo, una exclamación surcó el aire.
Al darse vuelta y mirar a la princesa buscando una señal salvadora, ella sintió palpitar su corazón con todas sus fuerzas. Ese joven despertaba en su ser las más ardientes sensaciones mezcladas, la pasión contenida, el deseo latente. A la vez, una ternura hacia su fragilidad por tan improbable destino.
Con su mano, la princesa hizo un leve movimiento hacia la derecha y cerró sus ojos.
Él avanzó decidido y confiado, y de un brusco empujón la abrió. Todas las miradas estaban depositadas en esa puerta derecha.
Al cabo de un momento de suspenso e incertidumbre, de las sombras de su interior avanzó suavemente una etérea figura femenina engalanada con un fino atuendo de gasas y joyas brillantes. Una corona de flores multicolores adornaba sus cabellos dorados. A su paso, un delicioso aroma quedaba flotando.
Allá, sentada al lado de su padre soberano, la princesa observaba con la vista nublada por las lágrimas que corrían por su bello rostro. Su corazón palpitaba debatiéndose entre el dolor de perder a su amado y la paz que le daba saber que el amor vencía al egoísmo.
“Cuántas veces la vida nos pone entre dos alternativas. A veces se pierde, otras se gana”, pensó.
En este caso, alguien ganó… y alguien perdió.



Silvia 👇

En una milésima de segundos la puerta se abrió de par en par y el auditorio se impregnó de silencio mortuorio. Pero fue solo un momento. Dos perlas color miel brillaron en la semioscuridad de la habitación, y el gentío comenzó a balbucear y a gritar con terror. La bestia, con su magnificencia, avanzó lentamente sin quitarle la mirada al joven apuesto. Es de no creer tal belleza, aquel pelaje lustroso hacía al animal salido de un cuento. Las rayas negras que envolvían su cuerpo dorado se acentuaban bajo los rayos de sol. La tensión se palpitaba en el anfiteatro. El joven y el tigre se enfrentaron como gladiadores comiéndose con las miradas. El rey no podía entender por qué aún no había sangre y colgajos por todas partes. En el centro de la arena, ambas figuras se desvanecían detrás de un haz de luz intenso; los colores del tigre se descomponían y abrazaban al joven de melena dorada y se hacían uno. Un estruendo hizo temblar la tierra. Nuevamente, el silencio se apoderó del lugar. ¡El muchacho había desaparecido!, y era el tigre quien ahora llevaba puesto el collar de ónix que la princesa le había regalado a su amado.
Como era de esperarse, con ese carácter autoritario y su espíritu apasionado -digna hija de su padre, el rey semibárbaro-, jamás permitiría no poseer a la criatura más bella de aquel lugar lejano. 
La noche anterior, bajo la luna nueva, en un paraje alejado, había sucumbido a la hechicera del reino por amor. Jamás sería madre, pero por la eternidad tendría a su amado a su lado, acompañándola cual fiel cuidador.
Y… ¿entonces? El rey, que era un hombre de fantasía exuberante, no pudo decir nada. No le quedó más que sonreír mientras observaba con amor semibárbaro, cómo su hija adorada se alejaba con su amado.







3 comentarios:

  1. Volvimos renovadas. Somos las musas del taller coordinado por Leticia.

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  2. Mucha imaginacion y fantasia. Aunque algunos detalles fueron comunes cada una marco su estilo. Me encanto participar de esta actividad

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  3. Muy buenos!!! Yo no estoy inspirada todavía...

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