Estoy en el laberinto. Busco a mi amada que hace horas
comenzó a recorrerlo. Espero encontrarla feliz por haber completado el
recorrido. Luego, juntos, iremos a la mansión que se divisa en la colina. Allí
viven nuestros amigos de la infancia. Ellos están preparando una cacería que
culminará con una fastuosa fiesta de disfraces. (Alcira)
Soy el laberinto. Dicen que soy muy intrincado, que lo
único que logro es que la gente se pierda; pero eso es porque no se detienen a
admirar mi contorno. Estoy lleno de plantas a mis costados, en donde hacen nido
los pájaros más coloridos. ¡Y qué decir de las flores que crecen alrededor! En
fin, belleza hay mucha, solo hay que descubrirla. (Aly)
—Hola ¿Otra vez vos? Ya pasaste varias veces por acá.
—¿Viste pasar a una hermosa mujer? Hace un rato largo que
la busco y no la encuentro.
—Mujeres pasaron muchas, pero hermosas ninguna.
—Jajaja… ¿No te gustan las mujeres?
—No me gustan las personas. Son extrañas.
—¿Por qué lo decís?
—¿Me viste? ¿Me miraste bien? ¿Observaste mis flores?
¿Escuchaste cantar a los pájaros que viven acá?
—La verdad… no.
—¿Ves? ¡Me estás dando la razón! Ingresan aquí para
perderse, se desesperan porque no encuentran la salida y no disfrutan el
paisaje que tengo para ofrecerles.
—Humm… me dejás pensando.
—Además, insisto, son raros. ¡Mirá aquella vieja ridícula
vestida como coneja que entra a la mansión de la colina!
—¡Es mi amada! ¡Hasta otro día, yuyito!— dice el
hombrecito despectivamente, mientras sale corriendo. (Fabiana)
Aquí estoy. Me costó llegar pero pude alcanzar la cima.
Quería ver el paisaje desde lo alto y ahora lo observo. ¡Es bellísimo! Siempre
miré esta montaña desde el valle, imaginando cómo se vería el otro lado, y hoy
lo contemplo. Miles de colores se despliegan ante mí. Cielo azul, otros picos y
abajo, cuadrículas de campos sembrados, algún que otro sendero. Antes de bajar
trataré de disfrutar este aire diáfano y esta brisa que acaricia mi cara.
(Liliana)
Muchos sueñan con alcanzar mi cima. Algunos lo intentan:
dedican su vida a prepararse, practican, estudian, buscan equipos adecuados,
forman grupos con personas afines, comparten las experiencias brillantes o
fallidas de otros, realizan una constante búsqueda del éxito. En sus propias vidas
y experiencias, la suerte puede ser esquiva y llevarlos al fracaso o, en el mejor de los casos, los impulsa hasta mi
cumbre. (Norma)
—¡Otro humano más! ¡Me muero por saber qué persiguen
trepándome. Ma sí, yo le pregunto: Eh, Don…
—¿Y esa vos? ¿De dónde sale?
—De aquí, de la montaña. ¡Por favor! No se me desmaye ni
se caiga… bastante tengo con los que no llegaron como usted.
—Creo que tanta belleza me volvió loco.
—No está loco, soy la montaña. ¿De veras cree que soy
bella? ¿Por eso me trepó?
—Quienquiera que sea, espere que me siente; las piernas no
me sostienen— dice el humano apoyándose en una roca—. Si quiere saber por qué estoy aquí
le diré que para nosotros, una montaña es un desafío que no podemos dejar
pasar. Es la aventura de trepar, llegar a la cima y ver lo que hay del otro
lado. Saber que somos capaces de acometer semejante hazaña es fantástico. Este
sentimiento, para muchos de nosotros, es casi una adicción.
—¿En serio? ¡Mirá vos! Bueno, sepa que no me molesta que me trepen pero, ¿podrían no dejar basura? (Alicia)
—¿En serio? ¡Mirá vos! Bueno, sepa que no me molesta que me trepen pero, ¿podrían no dejar basura? (Alicia)
Muy bueno!! Como siempre!
ResponderEliminarGENIAL!!!
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