Sobre el Taller Literario "Punto Seguido"

Este Taller Literario es coordinado por la escritora Leticia Marconi y tiene lugar en Punta Alta, Prov. de Buenos Aires, Argentina.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Puntos de vista



Estoy en el laberinto. Busco a mi amada que hace horas comenzó a recorrerlo. Espero encontrarla feliz por haber completado el recorrido. Luego, juntos, iremos a la mansión que se divisa en la colina. Allí viven nuestros amigos de la infancia. Ellos están preparando una cacería que culminará con una fastuosa fiesta de disfraces. (Alcira)

Soy el laberinto. Dicen que soy muy intrincado, que lo único que logro es que la gente se pierda; pero eso es porque no se detienen a admirar mi contorno. Estoy lleno de plantas a mis costados, en donde hacen nido los pájaros más coloridos. ¡Y qué decir de las flores que crecen alrededor! En fin, belleza hay mucha, solo hay que descubrirla. (Aly)

—Hola ¿Otra vez vos? Ya pasaste varias veces por acá.
—¿Viste pasar a una hermosa mujer? Hace un rato largo que la busco y no la encuentro.
—Mujeres pasaron muchas, pero hermosas ninguna.
—Jajaja… ¿No te gustan las mujeres?
—No me gustan las personas. Son extrañas.
—¿Por qué lo decís?
—¿Me viste? ¿Me miraste bien? ¿Observaste mis flores? ¿Escuchaste cantar a los pájaros que viven acá?
—La verdad… no.
—¿Ves? ¡Me estás dando la razón! Ingresan aquí para perderse, se desesperan porque no encuentran la salida y no disfrutan el paisaje que tengo para ofrecerles.
—Humm… me dejás pensando.
—Además, insisto, son raros. ¡Mirá aquella vieja ridícula vestida como coneja que entra a la mansión de la colina!
—¡Es mi amada! ¡Hasta otro día, yuyito!— dice el hombrecito despectivamente, mientras sale corriendo. (Fabiana)



Aquí estoy. Me costó llegar pero pude alcanzar la cima. Quería ver el paisaje desde lo alto y ahora lo observo. ¡Es bellísimo! Siempre miré esta montaña desde el valle, imaginando cómo se vería el otro lado, y hoy lo contemplo. Miles de colores se despliegan ante mí. Cielo azul, otros picos y abajo, cuadrículas de campos sembrados, algún que otro sendero. Antes de bajar trataré de disfrutar este aire diáfano y esta brisa que acaricia mi cara. (Liliana)

Muchos sueñan con alcanzar mi cima. Algunos lo intentan: dedican su vida a prepararse, practican, estudian, buscan equipos adecuados, forman grupos con personas afines, comparten las experiencias brillantes o fallidas de otros, realizan una constante búsqueda del éxito. En sus propias vidas y experiencias, la suerte puede ser esquiva y llevarlos al fracaso o, en el mejor de los casos, los impulsa hasta mi cumbre. (Norma)

—¡Otro humano más! ¡Me muero por saber qué persiguen trepándome. Ma sí, yo le pregunto: Eh, Don…
—¿Y esa vos? ¿De dónde sale?
—De aquí, de la montaña. ¡Por favor! No se me desmaye ni se caiga… bastante tengo con los que no llegaron como usted.
—Creo que tanta belleza me volvió loco.
—No está loco, soy la montaña. ¿De veras cree que soy bella? ¿Por eso me trepó?
—Quienquiera que sea, espere que me siente; las piernas no me sostienen— dice el humano apoyándose en una roca—. Si quiere saber por qué estoy aquí le diré que para nosotros, una montaña es un desafío que no podemos dejar pasar. Es la aventura de trepar, llegar a la cima y ver lo que hay del otro lado. Saber que somos capaces de acometer semejante hazaña es fantástico. Este sentimiento, para muchos de nosotros, es casi una adicción. 
 —¿En serio? ¡Mirá vos! Bueno, sepa que no me molesta que me trepen pero, ¿podrían no dejar basura? (Alicia)

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