Rojo es el rescoldo que producen las llamas
chisporroteantes de las fogatas que iluminan la costa.
Es una isla pequeña, pocos kilómetros rodeados de un mar
de aguas tranquilas, tan calmas que asustan.
Soy propenso a tener ideas fantásticas, alocadas, mi
imaginación no conoce límites. Fantaseo que este percance nos unirá a través
del tiempo. Mi temor es que desde el bosque que nos rodea aparezca un animal
prehistórico o un habitante de otras épocas.
Junto a mis amigos viajábamos en un yate. Jóvenes
despreocupados consumiendo los excesos que le arrebatábamos a la vida. Sin
notarlo, cambiamos de rumbo y encallamos en este islote. Pasaron horas hasta
que tomamos dimensión de lo sucedido.
Nuestros escasos conocimientos sobre náutica nos alcanzan para entender que esta isla no figura en las rutas marítimas actuales. Ninguno está preparado para enfrentar esta situación.
Marcos quiere internarse en la
floresta.
Sebastián enciende hogueras con la esperanza de que las
vean desde altamar.
Juancito “el religioso” se aleja para rezar arrodillado
sobre la arena.
Yo continuo en una nebulosa de alcohol pensando en animales
extinguidos y seres extraños.
Pasa una semana; los víveres se agotan, tampoco quedan bebidas. Decidimos explorar, caminamos entre los árboles pisando abundante hojarasca. Nuestras fuerzas se consumen, caigo encima de un cúmulo de hojas secas. De repente, noto que mis manos se aferran a un objeto que me es desconocido. Opaco, frío, con pequeñas luces intermitentes. Parece una manija, tiro de ella. Ante mí se abre un hueco brillante con un dulce aroma que me atrae. Me dejo arrastrar y me abandono al hechizo del extraño hexágono.
Alcira Elena
Muy bueno!!! Josefins
ResponderEliminarA seguir creando!!!
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